Acabo de leer en Environmental Economics un post viejo del 22 de abril: BP pagará un millón de dólares para la restauración del Golfo de México en un acuerdo voluntario con el gobierno federal de los Estados Unidos.
El acuerdo, el más grande de su tipo en un caso de contaminación por hidrocarburos, no exime a BP de la responsabilidad legal por la explosión y el derrame que se produjo el 20 de abril 2010, o de los costes de los daños y perjuicios económicos y ambientales adicionales. Ha pasado poco más de un año.
Acerquémonos un poco a la realidad gallega.
Hace ya casi nueve años que las costas gallegas se tiñeron de negro chapapote en lo que podría ser uno de los mayores desastres ecológicos de nuestra historia. Todos estos años han pasado y sigue sin celebrarse el juicio para determinar quienes fueron los responsables de la marea negra del Prestige. Tiene coña que el fiscal superior de Galicia, Carlos Varela, hace unos días tuviese la esperanza de que el juicio se pueda celebrar de una vez por todas antes de que acabe este año.
Como el asunto parece que va de tomadura de pelo en tomadura de pelo, acabo de leer en la edición digital de El País que se indemnizó al Talaso Atlántico, por daños derivados de la catástrofe cuando se encontraba en plena construcción.